El dia 01-11-2012, realizamos un bonito paseo hasta el nacimiento del Cadagua con el grupo de montaña del colegio Mimetiz.
El dia amaneció claro y despejado al salir de Zalla, pero fue cubriendose según llegamos a nuestro punto de salida, aunque para nuestra suerte pudimos realizar todo el recorrido sin mojarnos.
Aqui os dejo unas fotografias del grupo.
Durante el ascenso al nacimiento pudimos observar el cauce del rio que desde su inicio era bastante caudaloso.
Y para que veais que en algún momento del camino se puso complicado, os dejo otra instantanea de lo que tuvieron que hacer nuestros guias para poder llegar, " mis hijos me dijeron que menuda aventura habían pasado".
Bueno, espero que sigamos viendonos en las siguientes excursiones, AUPA MENDIZALEAK
Os dejo algo de información sobre el cadagua, un saludo.
En lo más profundo del Valle de Mena, provincia de Burgos limítrofe con
Vizcaya, lugar de pueblos ricos y protegidos, tiene su nacimiento el
Cadagua, uno de los principales afluentes del Nervión.
Es el nacedero del río Cadagua un rincón escondido y singular que se
presta al paseo sosegado y calmoso. Brota entre las grietas, de la misma
roca viva; y nada más surgir, como queriendo hacer uso de su propia
generosidad, regala al visitante un sinfín de cobijos acuáticos y
pequeñas cascadas pintadas de verde musgo.
Nace el arroyo como de la nada, y poco a poco aúna aguas de varios
manantiales y se convierte en un reguero gracioso al que le gusta jugar
con el paisaje. El líquido cristalino corre, salta y vuela a veces por
entre las rocas, ofreciendo a la vista pequeños regalos de naturalidad.
Metros abajo de su nacimiento forma unas pequeñas pozas donde enreda con
las aguas y crea belleza; también hay unas cascaditas por las que se
despeña con virulencia conformando un ambiente bucólico, casi virginal.
En las orillas, al frescor de las aguas, se arremolinan los árboles, que
envuelven el cauce en una especie de penumbra que filtra la luz, como
si quisiera apoderarse del sol mañanero.
Subiendo escalonadamente entre las piedras, aparecen las
ennegrecidas siluetas de dos cuevas naturales, que en otros tiempos
fueron buen refugio para que los murciélagos instalaran un dormidero, y
que hoy se muestran al visitante violadas por algunas pinturas soeces.
Alzando la vista, en el lugar en que los montes se unen al cielo,
revolotean algunos buitres casi rozando las crestas, como recordando con
su tranquilo y acompasado volar su omnipresente vigilia a toda suerte
de forasteros.